Sé tu propio maestro

Una emoción es energía en movimiento, está sujeta a cambios y transformaciones. Además normalmente nunca viene sola, pues suelen venir acompañadas de otras. Aunque las emociones vienen y van, son pasajeras, algunas pueden venir con una fuerza tal que nos resultan incontrolables. Si la emoción es alegría, ¿por qué intentar controlarla? solo tendríamos que expresarla, vivirla. Pero por ejemplo, si la “emoción fuerte” es miedo, angustia, tristeza, agresividad, ¿qué hacemos? El desarrollo de la Inteligencia Emocional te ayuda a que tú puedas intervenir sobre cómo quieres encontrarte emocionalmente, a que seas tu propio maestro.

Una vez conocí a una chica con un tatuaje entre su hombro y su pecho, cuyo mensaje me pareció muy curioso: “a partir de aquí mando yo”. Es cierto que no podemos cambiar todas las situaciones que nos vienen desde fuera de nosotros, pero… ¿podemos aprender a manejar las que ocurren dentro? Esa es la cuestión, si lo de fuera no podemos cambiarlo y lo de dentro nos resulta incontrolable, ¿tenemos verdaderamente el timón de nuestras vidas? o… ¿somos como barcos veleros poseídos por cualquier viento?

Lo interesante es que cuando aprendemos a gestionar nuestras emociones, a manejarlas, avanzamos hacia la madurez de aquel que sabe situarse donde quiere estar. Estar donde uno quiere estar, sentir lo que uno quiere sentir, transformar la mala energía emocional en fuente de aprendizaje que nos sirva para crecer. Ese debe ser el propósito de trabajar con tu inteligencia emocional, que avances hacia tu felicidad a través del autoconocimiento. No, no es aprendizaje sobre mecánica, ni sobre informática, ni sobre bricolaje, es aprendizaje sobre ti mismo, y no hay nada más importante que eso. La Inteligencia Emocional está dentro, no fuera.

Vamos a utilizar una metáfora. El maestro de Aikido, un arte marcial que viene de Japón, busca la neutralización del contrario en situaciones de conflicto utilizando la misma fuerza enemiga para aprovecharla en su favor, derribando así su oponente. Sin embargo, si alguien cercano va a darle un cariñoso abrazo, el maestro lo recibe con afecto. Lo mismo ocurre con la Inteligencia emocional, saber gestionar tus emociones, implica quedarte con las emociones saludables que te hacen vibrar positivamente, y transformar las emociones negativas en aprendizaje, disminuyendo y anulando su sufrimiento. El desarrollo de la Inteligencia Emocional es un entrenamiento para convertirnos en maestros de Aikido emocionales. Abrazar lo bueno que viene, transformar lo malo.