Los Universos ligados: el autoconocimiento

El autoconocimiento está intrínsecamente unido al conocimiento de lo que te rodea. Somos el reflejo de lo que ocurre a nuestro alrededor y viceversa, y parece ser que a medida que derribamos los muros que impiden este autoconocimiento nos abrimos también a sacarle punta a la capacidad de observación e interpretación de lo que ocurre en el mundo externo. El ser humano hace la sociedad, pero ésta también condiciona al ser humano.

Hay dos aspectos que considero tener en cuenta, por un lado el fomento de la introspección es como entrenar un músculo, a medida que vas ejercitándolo va adquiriendo más fuerza. Esto nos lleva a mejorar la capacidad de observación en todos los sentidos; por ejemplo, el aprender a escucharse o a identificar ciertas emociones, es una cuestión de poner la voluntad de tener un contacto consciente e intencionado con uno mismo. Esa práctica individual nos proporciona facilidades para ponerlas en marcha con nuestro interlocutor y desarrollar habilidades como la empatía. Por otro lado el camino del autoconocimiento genera consciencia sobre realidades que ocurren en uno mismo. Como todo está conectado, encontramos símiles y parámetros cercanos entre esa toma de conocimiento interior y la observación que emprendemos fuera.

El autoconocimiento se puede obtener constantemente, sobre cualquier experiencia, sin embargo es necesario tener la voluntad de observarse, de analizarse, y aun con más fuerza, de sentirse. Tenemos que estar abierto a ello. Si no puede ocurrir como el dicho de tropezar una y otra vez con la misma piedra. Si no adquirimos la capacidad de entender lo que es bueno para nosotros y lo que no, estaremos tropezando continuamente. No pasa nada tropezar con la piedra alguna vez, lo malo es cogerle cariño.
Saber qué nos conviene es un conocimiento que se deriva del saber sobre uno mismo. Hemos de reconocer que en esta vida occidentalizada, hemos aprendido más a estar fuera de nosotros, que dentro, y eso genera desequilibrio, pues no atendemos a nuestras verdaderas necesidades. Sin embargo, tenemos una tendencia innata como seres vivos a intentar generar homeostasis y equilibrio. Es por ello que el desequilibrio, aun cuando se camufle y se tape (consciente o inconscientemente), terminará volviendo, pues nuestro sistema corporal y mental nos lo traerá de vuelta para que sea superado y purificado. Por ello precisamente, puedes huir de una situación externa, de un mal amigo, de tu trabajo mal remunerado o del perro que siempre te ladra, pero jamás podrás huir definitivamente de ti mismo.

Hay prácticas que nos llevan directamente a experimentarnos, como puede ser el yoga o la meditación, entre otras. A través de ellas podemos sumergirnos en ese universo amplio que llamamos interior y obtener muchas revelaciones. Esa inmersión puede ponerte en contacto con muchos aspectos a limpiar: mecanismos de defensas, autoengaños, introyectos (condicionamientos asumidos desde la educación, sea familiar o social), miedos, etc. El quitar estas vendas, conlleva a veces un trabajo considerable, y en muchos casos no es fácil, por eso el camino de la meditación puede ser bastante duro en algunos tramos. En cualquier caso, recorrer tales obstáculos y superarlos te da una conciencia superior sobre la experiencia y su significado. Esta apertura de percepción se produce al mismo tiempo en la otra dirección, hacia el exterior, donde nos percataremos con mayor frecuencia, siguiendo el ejemplo anterior, del autoengaño de la persona que tienes delante o de los condicionamientos sociales al que están sometidos. De igual manera, conectar con tu naturaleza bondadosa o con tu amor interior, te permite, a través de la consciencia que se genera en el autoconocimento, tener más capacidad para ver y valorar esa energía que está ahí en el exterior, esperándote.

En definitiva, aunque te pudiera dar vértigo asomarte a ese universo, es importante que no intentes huir de ti mismo, pues el que intenta huir de sí mismo termina tratándose como su propio enemigo. Te recomiendo que te escuches, rompas barreras y te conozcas. En la medida que conoces tu energía conoces la energía del mundo. Y en esa naturaleza de conexión reside la vibración donde encuentras el amor, equilibrio y felicidad que ya andabas buscando.